domingo, 4 de marzo de 2012

Jabón casero

Pin It Ahora!
Hoy os traigo una entrada diferente. Y es que lo que os propongo, aunque tiene receta y da ganas de hincarle el diente, ¡no se come!

El jabón casero ha estado en mi casa toda la vida, y en la vuestra seguro que también. Lo que no sabía es que es algo tan simple de preparar. Esta Navidad recibí clases particulares de mi tío y en un periquete lo teníamos listo. Además es una alegría poder reutilizar el aceite viejo y usado de freir buñuelos, torrijas o empanadillas que se va acumulando en la casa: los residuos ni se crean ni se destruyen, ¡se reciclan!

Ahora es cuando me toca ponerme en plan anuncio de detergente y decir que no cambio mi jabón casero por ningún otro, porque lava como ninguno. Se puede utilizar tanto en el prelavado para ayudar a eliminar manchas, como para el lavado en sí a mano o a máquina (junto con un poco de detergente comercial).

Lo utilizo en diferentes texturas:
- en porciones o pastillas para aplicar y frotar directamente sobre las manchas o incluso para añadirlo al tambor de la lavadora así tal cual para lavar la ropa blanca (reduzco entonces la dosis del detergente en polvo).
- en escamas, para la lavadora colocándolo en la "arielita" con un poco de agua.
- en pasta, como resultado de diluir el detergente rallado en un tarro con agua. En función de la cantidad de agua que le pongáis quedará más pastoso o más líquido. Lo utilizo para lavado a mano y a máquina.

Os aseguro que la ropa blanca queda más blanca y con un olor a limpio que da gusto. Hay quien perfuma el jabón añadiéndole un poco de aloe vera natural o incluso hierbas aromáticas, pero a mí particularmente me gusta el olor a limpio que trae el propio jabón.

Antes de pasar a la receta sólo me queda hacer una ADVERTENCIA: MUCHO CUIDADO. Durante todo el proceso de formación del jabón hay que tener cuidado para evitar quemaduras, ya que la mezcla es muy abrasiva y corrosiva. Por ello es conveniente seguir las siguientes recomendaciones:
- Hacer el jabón en un lugar abierto y ventilado (patio, terraza, campo...) para evitar inhalar gases tóxicos.
- Utilizar guantes de cocina y ropa que nos cubra bien todo el cuerpo para evitar salpicaduras y quemaduras. En caso que esto ocurra, aclarar inmediatamente la piel con agua fresca y consultar con un médico si es necesario.
- Utilizar un palo de madera largo para remover que permita tener nuestras manos alejadas de la mezcla.
- Mantener a los niños alejados para evitar accidentes domésticos.


Ingredientes (se pueden reducir o aumentar de manera proporcional):

- 1 kg de sosa cáustica
- 6 litros de agua
- 5 litros de aceite usado
- 1 cubo de plástico
- 1 palo de madera
- 1 recipiente a modo de molde para depositar la mezcla
- guantes de cocina


Preparación:

1. Apagar la sosa con el agua, mezclando ambas con cuidado en un cubo o barreño. Esta mezcla es muy peligrosa ya que es muy corrosiva, por lo que hay que tener cuidado de que no nos salpique en la piel ni en la ropa. Si salpica enjuagar inmediatamente con abundante agua fría. Dejar enfriar la mezcla (este primer paso se puede hacer la noche anterior).


2. Colar el aceite para evitar posos y residuos. Añadir el aceite a la mezcla de agua y sosa poco a poco con un chorrito fino pero continuo, removiendo con un palo de manera constante y siempre en el mismo sentido, es como hacer mayonesa.


3. Poco a poco veréis cómo va cambiando la textura de la mezcla, se irá espesando y cambiando ligeramente el color. ¡El proceso de saponificación está en marcha! Seguir removiendo hasta que veáis que la mezcla se va quedando ligeramente pegada al palo, lo mancha. Debe quedar como una masa fluida de bizcocho (más o menos). Si véis que queda un poco de aceite en la mezcla que no se absorve, añadir un chorrito de agua y continuar removiendo. Si quedan grumitos o costras blancas (de las de la foto del paso 1) podemos utilizar la batidora de mano con cuidado para diluirlas.


4. Verter la mezcla sobre el recipiente que utilicemos de molde (¡con cuidado!). Lo ideal es utilizar un recipiente cuadrado o rectangular, más ancho que alto, y que nos permita posteriormente cortar el jabón en porciones regulares.

5. Cuando solidifique (varias horas o incluso un día después), volcar sobre una superficie limpia y cortar en porciones. Se puede utilizar un cuchillo o incluso un alambre fino. Si posponemos el corte del jabón puede estar ya demasiado duro y el proceso será más difícil.

6. Dejar reposar el jabón durante varios días. Conforme vaya pasando el tiempo veremos cómo se va blanqueando el jabón.

Y para finalizar ya sólo queda hacer la colada y dar uso a este jabón casero. Espero que lo probéis y que aprovechéis de esta manera tan práctica el aceite usado.


sábado, 3 de marzo de 2012

Empanadillas de cabello de ángel

Pin It Ahora!

Se acerca la Semana Santa y poco a poco los blogs se van llenando de recetas típicas de esta época. Cualquier día caerán unas torrijas, pero ahora les ha tocado el turno a las empanadillas de cabello de ángel o cidra.

Esta receta (y un tarro de cabello de ángel casero exquisito) me la dio mi suegra , que tiene muy buenas manos y prepara unos pestiños o gusanillos buenísimos y unos rosquillos fritos espectaculares. Cualquier día la tenemos por aquí en el blog de artista invitada para que nos enseñe a preparar sus delicatessen.

Pues como decía, esta receta me la pasó mi suegra y es similar a la que preparaba mi abuela Lola. Desde chica me ha gustado cacharrear por la cocina, una veces agarrada a la pierna de mi madre y otras en compañía de mi abuela. Cuando crecí un poco me solté de la pierna de mi madre y me agarré a una libreta en la que me gustaba apuntar las recetas al detalle. De la teoría pasé poco a poco a la práctica, hasta el día de hoy en el que repito con orgullo recetas que ellas me han enseñado (y ahora también mi suegra).

Mi abuela tenía un estilo pausado de hacer las cosas en la cocina. Yo suelo ir siempre con prisa, pero preparando las empanadillas me ha venido su imagen a la mente, el cuidado con el que extendía la masa, la delicadeza con la que colocaba el cabello de ángel, el esmero con el que cerraba las empanadillas y marcaba los bordes... Sin prisa. Quizá por esa tranquilidad y ese hacer pausado han podido quedarse esas imágenes en mi memoria y hoy poder compartirlas con vosotros. Así que, en conclusión: disfrutad de cada rato en la cocina. Sé que no siempre es posible, porque la vida que llevamos no nos lo permite. Pero al menos aquellos momentos en los que nos metemos en la cocina por gusto, debemos darle a nuestro plato y a nosotros mismos el tiempo necesario para se convierta en un auténtico disfrute no sólo el bocado que le demos a la comida, sino también su preparación.


Ingredientes (para aproximadamente 30 empanadillas):

- 1 y 1/2 taza de aceite de oliva virgen extra (aprox. 150 ml)
- 1 taza de vino blanco (aprox. 100 ml)
- harina de repostería (la que admita, pero aprox. 300 gr)
- cáscara de un limón (sólo la parte amarilla)
- 1 cucharadita de levadura Royal
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharada de ajonjolí o un chorro de anís seco (opcional ambos)
- cabello de ángel para el relleno
- aceite de oliva virgen extra para freir
- azúcar para rebozar


Preparación:

1. Freir en una sartén la cáscara de limón (y el ajonjolí, en su caso) a fuego medio-bajo en el aceite de oliva virgen extra (así el aceite dejará de estar crudo). Dejar enfriar.

2. Poner el aceite colado en una fuente y añadir, el vino, la sal y el anís (opcional y si no se ha utilizado el ajonjolí). Añadir poco a poco la harina tamizada y mezclada con la levadura, removiendo bien con una cuchara o un tenedor. Cuando la masa esté más espesa utilizaremos las manos, añadiendo más harina hasta que la masa se despegue de las manos. No se trata de amasar sino de integrar la harina en la mezcla líquida, por lo que tendremos que utilizar las manos lo mínimo. Dejar reposar la masa cubierta con un paño de cocina o un trozo de film durante una hora.

3. Pasado el reposo y con ayuda de un rodillo vamos estirando la masa hasta dejarla finita. Si al estirar la masa se le abren agujeritos es porque le falta algo de harina. En lugar de añadir harina a la masa, espolvorearemos un poco en la encimera bajo la masa y sobre el rodillo.

4. Ir depositando cucharaditas de cabello de ángel y cerrando las empanadillas. Cortar alrededor con un cortador especial para esto o con un cuchillo en su defecto. Con un tenedor presionar ligeramente a lo largo del filo para que la empanadilla quede bien sellada y al freir no se escape el relleno. Continuar hasta acabar la masa. Los recortes de masa se vuelven a unir y estirar con el rodillo para convertirlos también en empanadillas.

5. En una sartén con abundante aceite freir las empanadillas a fuego medio alto hasta que queden doraditas por ambos lados. Escurrirlas sobre papel de cocina y rebozarlas en azúcar. Una vez bien frías deben conservarse en algún recipiente hermético.


Consejos:

- Esta masa es muy versátil, sirve además para preparar unos ricos pestiños o gusanillos, empanadillas rellenas de salado o incluso empanada (ésta última metiéndola en el horno). Así que si os sobra masa no la tiréis, aprovechad para preparar alguna de las otras variedades.

- La cantidad de harina es orientativa porque cada harina tiene una capacidad de absorción diferente. Pero el punto es que la masa no se pegue a las manos, aunque parezca que aún le falta algo. De todas formas siempre es más fácil de arreglar una masa escasa de harina que con exceso, así que tirad a la baja.

- Como ya he dicho antes, si a la masa se le abren agujeros es que le falta harina. Así que espolvoread una poca en la encimera y en el rodillo y volved a estirar, veréis que se trabaja mejor.

- Si una vez formada la empanadilla se le abre algún agujerito podéis "parchearla" con un trocito de masa fina, evitando así que el relleno se salga.

- Es importante escurrir bien las empanadillas una vez fritas para que no nos queden aceitosas.

- Al rebozar podemos utilizar sólo azúcar o azúcar mezclado con canela. Como el cabello de ángel ya tiene canela yo he preferido ponerles sólo azúcar. También se pueden rebozar en un almíbar de miel diluida con un poco de agua.

- Ya sólo me queda aconsejaros que las preparéis, es una manera sencilla y deliciosa de que tu familia te levante la moral a base de halagos. Salieron realmente ricas.