jueves, 25 de agosto de 2011

Tarta de queso

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Pues por fin estoy aquí de nuevo, qué ganas tenía ya de volver a darle algo de ritmo al blog. Y es que he estado más de un mes con el brazo derecho escayolado y sin poder, entre otras cosas, cocinar. Han sido unas semanas pesadas entre escayola y rehabilitación, en las que las limitaciones de no contar con mi mano derecha (soy diestra) a veces me desesperaban y me encorajinaban por aquello del quiero pero no puedo. Pero he descubierto que tengo otras muchas manos derechas que me han facilitado mucho la vida: la familia, los amigos pero sobre todo mi marido. Él ha estado día tras día cuidándome, ayudándome, animándome y sustituyéndome en algunas tareas. Y es que suplantar la mano derecha de otra persona no es tarea fácil. Así que para él especialmente, pero también para todos los que me han cuidado y mimado (padres, suegros, hermanos, cuñados, sobrinitos y amigos) ¡MUCHAS GRACIAS!

Como veréis, poco a poco me voy introduciendo en las últimas tecnologías y desde hace unos días cuento con twitter en el blog, con él podré descubrir a otros muchos cocinillas que disfrutan tanto como yo en la cocina. Espero también poder darme a conocer entre gente a la que le pueda interesar lo que yo hago, por ello os pido a vosotros vuestra colaboración retwitteando aquellas recetas que creáis puedan gustar a vuestros contactos. Entre todos podemos hacer que aumente la comunidad de golosos.

Como la vuelta a la actividad bloguera me resulta un momento dulce, hoy os traigo esta tarta o pastel de queso que tiene mucho éxito allá por donde va. ¿Tarta o pastel? Esa es la cuestión. Me he preguntado cuál de las dos es realmente, he buscado en internet sin encontrar una respuesta satisfactoria e incluso he descubierto que en Alemania se hacen la misma pregunta: ¿cuál es la diferencia entre Torte y Kuchen? Así que si alguien lo sabe que me explique por favor la diferencia. Pues a lo que vamos, es una tarta supersencilla, jugosa, nada pesada y no muy dulce, sólo lo justo, pero que es un disfrute con cada bocado. ¿Os animáis a probarla?



Ingredientes:

- 250 gr queso fresco (tipo Burgos)
- 200 ml nata líquida
- 4 huevos
- 1 yogur natural
- 2 medidas (del vasito del yogur) de leche
- 1 medida de azúcar
- 1 medida de harina de repostería
- 1 cucharadita de azúcar vainillado (edito para añadir este ingrediente que había olvidado y que le da un sabor especial)


Preparación:

Precalentar el horno a 200 ºC. Untar el molde que vayáis a utilizar con mantequilla y espolvorearle harina. Para este pastel a mí me gusta utilizar un molde redondo desmoldable de 26 cm, en la base pongo papel de hornear que fijo con el aro desmoldable. Así me resulta más fácil de desmoldar luego y de pasar a una fuente o plato de servir.

Ahora viene la parte en la que tenemos que tomar una decisión importante: ¿complicarme un poquiiiiiiiito o no?:
- Si has elegido la opción 1, o sea, complicarte, tendrás tu recompensa: Separa las claras de las yemas y bate las primeras a punto de nieve (ésta era toda la complicación del asunto). En otro bol batir con la batidora de mano el resto de los ingredientes hasta que quede una mezcla fina y líquida. Añadir las claras montadas mezclando con movimientos envolventes pero con cuidado para que no se bajen. El resultado final tendrá una textura un poco abizcochada en la parte superior al subir parte de las claras a la superficie. En general suele gustar más preparada de esta manera.

- Si has elegido la opción 2, o sea, no complicarte: Bate todos los ingredientes juntos hasta que quede una mezcla fina y líquida. Aquí también tendrás una pequeña recompensa que se llama 10 minutos de tiempo, que en los tiempos que corren no es moco de pavo.

(Independientemente de si has elegido una u otra opción) Vierte la mezcla en el molde engrasado y hornea durante unos 35-40 minutos, aunque esto depende de cómo sea el horno y por supuesto de la forma y tamaño del molde que utilices. Para comprobar que está bien cocida, introduce un palillo en el pastel y comprueba que no le quedan grumos adheridos. Cuando salga el palito húmedo pero no pringoso, limpio, estará lista vuestra tarta.

Apaga el horno y abre un poco la puerta, no la abras del todo para que no se impresione, ya que por todos es sabido que las tartas de queso son muy asustadizas. Pasados cinco minutos sacar del horno y dejar enfriar unos 10 minutos, pasados los cuales será el momento de pasar la tarta a un plato donde luzca mucho más bonita. Servir bien fría, mejor de un día para otro. Se puede tomar tal cual o acompañada de alguna mermelada o sirope, esto le dará un complemento de sabor más dulce.

Espero que la disfrutéis.