jueves, 26 de septiembre de 2013

Flamenquines de roquefort y VII Convención de la tapa (2)

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Si sois seguidores de mi blog seguramente pudísteis leer la anterior entrada que publiqué en la que os contaba las delicias que comimos en la VII Convención de la tapa, certamen que organizamos periódicamente un grupo de amigos. Empecé por el postre (que es lo que junto a mi hermana preparé) y hoy continúo con esta tapa salada que elaboró mi marido.

Si recordáis, la temática era "Los viajes de Marco Polo" (podéis ver el menú pinchando aquí). Probablemente se despistaría un poco Marco Polo o tendría un sentido de la orientación calcado al mío que SIEMPRE voy en la dirección contraria cuando tengo que elegir entre dos (afortunadamente en otras cuestiones de la vida a veces acierto). Pues eso, que se despistaría un poco Marco Polo en alguno de sus viajes, que en lugar de ir a oriente se fue a occidente y seguramente llegaría hasta Córdoba cuando encontró estos flamenquines...

Nosotros nos fuimos un poco más hacia occidente para descubrirlos, ya que los probamos en la Bodega Dos de Mayo de Sevilla donde los preparan con cabrales. El sitio a nosotros nos encanta y se está convirtiendo en uno de nuestros clásicos cuando vamos a esta ciudad. Tiene una carta muy variada que se puede pedir (dependiendo del plato) en raciones completas, medias raciones o tapas, por lo que se pueden probar varias cosas en una única visita; atienden con mucha agilidad y el trato es muy agradable. Entrerecetas os lo recomienda.


Ingredientes:

- jamón cocido de calidad
- queso de untar tipo Philadelphia
- queso azul (roquefort, cabrales...)
- harina
- huevo batido
- pan rallado
-aceite de oliva virgen extra para freír


Preparación:
1. Extender media loncha de jamón cocido sobre una tabla.
2. Untar en el centro (dejando un marco de jamón alrededor) queso crema. Colocar encima longitudinalmente (paralela a nosotros) una tira de queso azul y envolver con el jamón york: doblar los laterales que nos quedan a derecha e izquierda, y enrollar manteniendo estos laterales doblados. La idea es que no nos queden huecos por los que se pueda escapar el queso al freír el flamenquín.
3. Rebozar el flamenquín pasándolo por harina, huevo y pan rallado. Si vemos que alguna parte no ha quedado bien sellada darle a ese trozo un baño extra de huevo y pan rallado.
4. Freír en una sartén con abundante aceite de oliva virgen extra.

Consejos:
1. Esta receta se puede preparar variando las proporciones de queso azul y queso crema, o incluso suprimiendo alguno de los dos. Yo los preparo así para suavizar algo la fuerza del queso azul, que al freír se dispara.
2. Es una tapa bastante consistente, vamos que empacha, por lo que es conveniente prepararlos pequeñitos.
3. Se puede variar tanto el relleno de los flamenquines como la envoltura de jamón cocido con otros ingredientes de vuestro gusto.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Baklava y VII Convención de la tapa

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Cuando estaba en el Instituto tuve una profesora de historia que sabía mucho, que disfrutaba enseñando pero que nos traía a todos de cabeza. Cuando llegaban los exámenes nos ponía un título como pregunta de examen y a partir de ahí tenías que rebuscar en tu sesera e intentar relacionar todos tus conocimientos (los que vinieran al caso, claro) con lo que te preguntaba. Por ejemplo, en una una ocasión la pregunta de examen era: "Roseta". Pues nada que si la piedra Rosetta, que si el maiz en los cultivos de las distintas civilizaciones (en Jaén una roseta es un palomita de maiz), que si el rosetón del gótico... Escribíamos como locos y le temíamos más que a una vara verde porque era todo creatividad en los exámenes.

Bueno pues en algo así se están convirtiendo nuestros encuentros taperos. Ya hemos celebrado el séptimo y seguimos con la reciente costumbre de poner temática a las tapas. Creo que cada vez se nos va más la cabeza, ¿o son ideas mías? A ver qué opináis, la  temática de esta ocasión fue "Los viajes de Marco Polo".


La comida en esta ocasión se convirtió en un desfile de platos de la gastronomía oriental, que por supuesto estaban buenísimos todos. Os cuento:

- Para empezar tomamos un rico humus que nos preparó R. y que acompañamos no con pan de pita, sino con un delicioso pan  casero de masa madre que hizo él. Qué punto que ha conseguido darle R.  a sus panes.

- A continuación C. nos deleitó con unos rollitos primavera acompañados de salsa agridulce casera. Hacíamos palmas con las orejas.

- Siguió ofreciéndonos sus manjares como buen anfitrión F., que nos preparó unas ricas berenjenas del imán.

- El anfitrión dio paso a su tocayo, quien nos traía de la misma India un plato de pollo tikka masala acompañado de una minimontañita de arroz. Muy cuco, y muy bueno.

- Para profundizar aún más en la cocina india, A. nos trajo el plato que compite con el tikka masala como representante de la cocina india: pollo tandoori. Realmente distinto al otro, picantito, pero los dos muy ricos.

- Y cuenta la leyenda (por lo menos la que cuenta mi marido) que Marco Polo realmente no estuvo por oriente sino un poco más hacia occidente, vamos, en el mismo Córdoba, y probó sus flamenquines y los preparó a su estilo: estos eran unos miniflamenquines de jamón york y queso azul (el queso lo traería de Francia, digo yo) muy ricos. (Próximamente tendréis esta receta).

- Pues después de tanto saladito pasamos a los postres, que en esta ocasión preparamos mi hermana y yo. Decidimos coordinarnos un poco y preparar algo que pudiéramos servir juntas. Ella optó por un helado llamado kulfi de mango (podéis verlo y enteraros de cómo se hace en su blog), que acompañamos con un baklava.

El baklava es un postre típico de la zona de Turquía, Grecia, Jordania... cuya composición principal es masa filo, frutos secos (nueces, pistachos y/o almendras) y miel. Como veréis es bajo en calorías (jeje), pero en su defensa diré que como se toma en pequeñas proporciones seguro que no engorda tanto. Os cuento cómo se hace.


Ingredientes:
Para el pastel:
- 1 paquete de pasta filo (¿o alguien se anima a prepararla?)
- 250 gr. de frutos secos (en mi caso utilicé pistachos y nueces sin tostar)
- 100 gr. de azúcar
- 2 cucharaditas de canela en polvo
- mantequilla para engrasar la pasta filo

Para el almíbar:
- 250 ml. miel
- 250 gr. de agua (ésta no engorda)
- 200 gr. de azúcar
- 1 rama de canela
- piel de medio limón


Preparación:
1. Pelar los pistachos y nueces y con ayuda de una picadora triturarlos. No debe quedar muy fino para que podamos morder pequeños trocitos de frutos secos. Añadir el azúcar y la canela y mezclar bien. Reservar.

2. Untar con mantequilla una fuente de aproximadamente 20 x 20 cm. Sobre ésta iremos alternando una sucesión de capas de pasta filo untadas con mantequilla y mezcla de frutos secos. Cortaremos cuadrados de pasta filo del tamaño de nuestro molde. Con los trozos sobrantes haremos "patchwork" completando capas de pasta filo. Para montar el pastel procederemos de la siguientes manera:
- untar un trozo de pasta filo con mantequilla y colocarlo sobre la fuente (repetir 5 veces).
- repartir 1/3 de la mezcla de frutos secos sobre la pasta
- colocar 4 capas de pasta filo engrasadas
- repartir 1/3 de la mezcla de frutos secos sobre la pasta
- colocar 4 capas de pasta filo engrasadas
- repartir el último tercio de mezcla de frutos secos
- colocar 5 capas de pasta filo engrasadas.

3. Una vez montado el pastel debemos cortar los trozos que asomen por el molde de manera que mirando el pastel por los laterales (si es de vidrio o pyrex , claro) veamos perfectamente la sucesión de capas. Con ayuda de un cuchillo bien afilado cortamos el pastel (esto nos ayudará para cuando tengamos que repartirlo) en porciones triangulares pequeñas.

4. Hornear a 180 º C durante unos 30 minutos. Mientras horneamos el pastel se prepara el almíbar. Para ello ponemos en una cacerola al fuego todos los ingredientes y los dejamos hervir durante 10 minutos. Dejar que se entibie.

5. Sacar el pastel del horno, volver a marcar los cortes que hicimos anteriormente y meter de nuevo en el horno durante 20-30 minutos más hasta que quede dorado.

6. Regar el baklava caliente con el almíbar templado, repartiéndolo bien. Debe quedar casi cubierto. Dejamos enfriar a temperatura ambiente hasta el día siguiente.


Consejos:
- Este pastel no necesita ser conservado en el frigorífico y aguanta hasta dos semanas. Conforme van pasando los días va quedando más humedecido.

- Al ser bastante dulce conviene servirlo en pequeñas porciones.

- La típica manera de cortar el baklava es haciendo rombos, pero resulta más cómodo y sencillo cortarlo en  triángulos, ya que se adaptan mejor a la forma de nuestros moldes.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Bavaresa de chocolate

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Tras estas largas vacaciones blogueras vuelvo a la carga con algunas recetas nuevas, muchas de ellas dulces. Para empezar os presento esta tarta que se quedó rezagada del pasado año y que preparé para el cumpleaños de uno de mis sobrinos. Así que por supuesto siguiendo la ecuación x= niño y= cumpleaños x+y= tarta de chocolate (nunca falla).

Pese a que tiene dos tipos de chocolate, con leche y blanco, no resulta muy pesada al tener éstos textura de mousse y el bizcocho que queda debajo ser bastante ligero. La receta resulta de la conjunción de dos grandes libros, de los que una nunca se cansa de ojear (y suspirar): por un lado la receta de bavaresa de chocolate es de El libro de oro del chocolate, la mousse de chocolate blanco que la adorna es de la Guía completa de las técnicas culinarias- Postres de Le Cordon Bleu. Con estos dos avales lo único que puedo recomendaros es que la probéis.


Ingredientes:

Para el bizcocho:
- 135 gr de harina
- 3 huevos
- 90 gr de azúcar
- 1 cucharada de ron (que no se entere nadie) o un almíbar ligero aromatizado con ron.

Para la crema al chocolate:
- 90 gr de chocolate fondant
- 2 cucharadas de gelatina en polvo
- 200 ml de leche
- 125 gr de azúcar
- 4 yemas
- 500 ml de nata

Para la mousse de chocolate blanco:
- 300 ml de nata
- 150 gr de chocolate blanco



Preparación:

Del bizcocho:
1. Precalentar el horno a 180 ºC.
2. Separar las claras de las yemas y batir éstas últimas con unas varillas hasta que blanqueen.
3. Montar las claras a punto de nieve e incorporar el azúcar. Tamizar la harina y reservar.
4. Incorporar gradualmente a las yemas la harina y las claras, y mezclar hasta que quede una mezcla homogénea.
5. Forrar un molde de 24-26 cm y verter la masa.  Hornear durante 10 minutos aproximadamente. Desmoldar y pintar con el ron o el almíbar*. Dejar enfriar. Mientras tanto preparar la crema de chocolate.

De la crema de chocolate:
1. Disolver la gelatina en dos cucharadas de agua fría.
2. Calentar la leche en un cazo. Trabajar las yemas y el azúcar hasta que queden bien ligadas. Entonces añadir a chorritos la leche caliente sin dejar de remover.
3. Verter la mezcla en un cazo y llevarlo casi a ebullición y seguir moviendo. Retirar del fuego y añadir la gelatina y el chocolate. Dejar reposar un minuto y luego mezclar bien.
4. Montar la nata y añadirla a la crema de chocolate con cuidado.

De la mousse de chocolate blanco y montaje de la tarta:
1. Calentar 30 ml de nata y derretir en ellos (fuera del fuego) el chocolate blanco. Mover bien y dejar enfriar.
2. Poner el bizcocho frío en el molde desmoldable (y perdón por la redundancia). Es posible que quede algún mínimo espacio entre el molde y el bizcocho porque éste habrá reducido un poco su diámetro (no pasa nada, el bizcocho quedará oculto por la crema). Verter la crema de chocolate sobre el bizcocho y dar unos golpecitos para que no queden burbujas de aire y se extienda bien por todos sitios. Refrigerar durante al menos cuatro horas.
3. Montar la nata (sin que llegue a ponerse muy dura porque al mezclar el chocolate se puede pasar y cortar, mejor dejarla un poco menos montada) y mezclar con el chocolate blanco. Poner en una manga pastelera y dejar enfriar. Cuando la tarta esté bien cuajada desmoldar y decorar con la mousse de chocolate blanco.


* Puedes bañar el bizcocho con un almíbar si prefieres que quede más húmedo o si quieres eliminar el alcohol de la receta. Para ello ponemos en un cazo al fuego igual cantidad de agua que de azúcar. Cuando rompa a hervir añadimos una cucharada de ron y bajamos el fuego un poco para que no se evapore mucha agua. Después de cinco minutos retirar del fuego y remojar el bizcocho con ayuda de  un pulverizador, un biberón de cocina o una cuchara.